El Monstruo de la NSA (Primera Parte)

En la víspera del cierre de gobierno estadounidense del pasado 20 de enero, los bandos – demócratas y republicanos- alcanzaron un acuerdo que garantiza los poderes de vigilancia de la NSA hasta el 2023. Citamos a The Intercept:

“Veintiún demócratas y un independiente se unieron a los republicanos para volver a autorizar la Sección 702 de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera, que permite a la Agencia de Seguridad Nacional recolectar cantidades masivas de las comunicaciones de los estadounidenses sin una orden judicial.”

Para que se entienda: no podían ponerse de acuerdo sobre el presupuesto de la nación, pero sí le otorgaron a la administración Trump el poder de obtener las conversaciones de ciudadanos estadounidenses sin una orden de tribunales. No hubo escándalo. Los medios callaron y la sociedad –por decepción o ignorancia- resigna cada vez más sus libertades, su autonomía y la intimidad.

Un estudio realizado por Universidad de Chapman en el año 2015 reveló los principales temores de los estadounidenses. Las estadísticas demostraron que el ciudadano teme a los desastres provocados por el hombre, como los ataques terroristas y – en segundo plano de preocupación- sienten miedo por las consecuencias de las tecnologías emergentes, incluido “el seguimiento gubernamental o corporativo de los datos personales”.

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En nuestra época, las formas de obtener la información son de las más sofisticadas, pero el gobierno estadounidense ha acumulado datos por generaciones. Inspirados en la necesidad de defender las libertades de todos, hemos decidido hacer un recuento de algunos programas de espionaje y recolección de información del gobierno de los Estados Unidos a través de la NSA.

N.S.A: ¿No somos una Agencia?

En 1945, se inició un ejercicio de espionaje que implicaba la acumulación de los datos telegráficos que entraban y salían de los Estados Unidos. Este programa, denominado Shamrock, estaba a cargo de la Agencia de Seguridad de las Fuerzas Armadas que, con el tiempo, se convirtió en la temible NSA, un monstruo creado en el sombrío despacho del presidente Truman en 1952, signatario del memorándum de siete páginas que autorizó la institucionalización del espionaje ilegal.

Y es que la propia Agencia de Seguridad Nacional fue un fantasma hasta la década de los 70, cuando un Comité del Congreso –del que hablaremos más adelante- reveló su existencia. La clandestinidad de la NSA era tan impenetrable, que en la página web de la CIA se puede leer un artículo en el que reconocen que, en sus comienzos, la oficina de asesoría legal de la NSA era considerada una especie de retiro honroso. Los pocos que sabían de su existencia bromeaban diciendo que las siglas de la NSA significaban “no somos una agencia”.

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Shamrock

Con Shamrock, el gobierno de los Estados Unidos obtuvo copias en microfilm de todos los telegramas que cruzaban su territorio a través de la compañía pública Western Union y sus asociados ITT y RCA.

La operación se desarrolló hasta la década de 1960, cuando las operaciones computarizadas permitieron discriminar por palabras claves entre el inmenso universo de las comunicaciones. Ninguna corte autorizó la operación y no se respetaba ninguna garantía.

Según documentos proporcionados por Edward Snowden, la NSA habría efectuado operaciones de espionaje en Cuba durante la década de los 60. Llama la atención a los investigadores que, después de tantas décadas, la agencia proteja a los agentes que operaron en aquel lejano pasado, e incluso, se sospecha que puedan seguir activos.

El primer documento desclasificado del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos en el que se reconoce la intercepción de comunicaciones extranjeras como parte de la labor de la Inteligencia de los Estados Unidos, está escrito a máquina y fue fechado el 10 de marzo de 1950.

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Su desclasificación se dejó escurrir entre un conjunto de documentos hechos públicos tras las presiones del Congreso de los Estados Unidos sobre las actividades clandestinas de la NSA. Para entonces, una supuesta teoría de la conspiración abandonaba para siempre el plano de la hipótesis. Se despejaron las dudas y así conocimos la primera red de vigilancia masiva.

En 1972, Perry Fellwock, también conocido por su alias Winslow Peck, hizo la “primera revelación pública del verdadero alcance del espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional”: podían romper cualquier código cifrado y acceder a cualquier comunicación electrónica de los Estados soberanos que ellos consideraban “enemigos”.

Las revelaciones aparecieron por primera vez publicadas en la revista Ramparts.  Captaron la atención de grandes medios como el New York Times. Fellwock, declaró:

“Mis experiencias me convencieron de que, incluso naciones como la Unión Soviética, no eran el peligro que siempre me habían llevado a creer que eran»… «Mi experiencia con el gobierno de los Estados Unidos y su misión global me ha convencido de que la amenaza más peligrosa para mí, mi familia y la paz mundial es el ejército estadounidense.»

Cuando el analista Edward Snowden realizó la filtración masiva de documentos clasificados, Fellwock fue contactado por el periodista Adrian Chen. El que fue el primer denunciante de la NSA, en la actualidad, es un vendedor de antigüedades. Sigue viendo al gobierno de su país como una amenaza. Considera que el joven Snowden “es un patriota”.

En 1973, el Com presentó un informe sobre las acciones, operaciones y abusos de los servicios de inteligencia y de seguridad estadounidenses. Entre ellos se mencionaban los planes de magnicidio a Fidel Castro, Patrice Lumumba, René Schneider y los Hermanos Diem, entre otros. También denunciaba las operaciones de espionaje doméstico, amenazando las libertades civiles y los derechos de los conciudadanos.

El escándalo del Watergate también destapó parte de las operaciones de espionaje: algunas de ellas habían alcanzado los 30 años de antiguedad. El 8 de agosto de 1975, el Director de la NSA, el Teniente General Lew Allen, admitió ante el Comité Pike de la Cámara de Representantes que:

“La NSA intercepta sistemáticamente las comunicaciones internacionales, tanto de voz como por cable”.

Echelon

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Cuarenta años después de su creación, conocimos el más antiguo de los programas globales de la NSA: Echelon, que logró crear un sofisticado sistema de interceptación de comunicaciones controlado por los llamados “cinco ojos”: EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Después de la Guerra Fría, sus funciones –en principio- relativas al ámbito militar y diplomático, mutaron hacia un sistema de red global de vigilancia de comunicaciones privadas y comerciales.

Algunos documentos de la NSA indican que este programa fue creado en 1966, un año después de que se lanzaron a la órbita terrestre los primeros satélites de comunicación. Inicialmente le llamaron con el nombre clave de Frosting. El periodista británico Duncan Campbell fue el primero en denunciar la existencia de Echelon en 1988.

Esta red de superordenadores destinados para el espionaje está en la capacidad de captar y almacenar ingentes cantidades de información, filtrarlas a partir de un nombre, una dirección, número telefónico, palabras claves o criterios seleccionados y detectar las comunicaciones de otros gobiernos, militares, disidentes, activistas y empresas.

Aunque desde 1977, los medios de comunicación acusaban la existencia de la Oficina de enlace de Inteligencia que triangulaba información de la CIA y la NSA con el Departamento de Comercio, aún no se conocía la asistencia del programa Echelon para fines comerciales.

La Comunidad Europea reconoció que, desde 1997, habían recibido denuncias de la existencia de Echelon. El debate del Parlamento sobre este tema se postergó hasta el 11 de julio del 2001, cuando –por fin- se reconoció el alcance y peligro del mencionado programa. La principal preocupación era el espionaje corporativo.

En la segunda edición de la Enciclopedia de Seguridad informática se pueden leer varios casos en los que se demuestra que este espionaje estuvo al servicio de las empresas norteamericanas activas en el extranjero y que afectaron a compañías europeas.

Minaret

Echelon no era un proyecto aislado. Para seguir con un orden más o menos cronológico, debemos regresar unas décadas atrás. A medida que se recrudecía la guerra en Vietnam, crecían la crítica interna y los movimientos de protesta.

En otoño de 1967, los manifestantes rodearon el Pentágono y los siguientes dos años, se organizó un poderoso movimiento antiguerra y por la paz que se manifestó con más de dos millones de personas en una manifestación popular en las calles.

La operación de vigilancia a activistas y militantes de movimientos antibélicos llegó a contener más de 1.600 nombres y estuvo activa de 1967 a 1973, durante los mandatos de Lyndon Johnson y Richard Nixon. La CIA organizó la Operación Caos. Por su parte, la NSA trabajó en alianza con otras agencias para recopilar los nombres. A este programa de espionaje se le denominó Minaret.

Años más tarde, los archivos desclasificados de la propia NSA demostraron que entre los vigilados estaban el líder y un miembro de la investigación de los abusos de los servicios de inteligencia en el Comité del Senado: los senadores Frank Church (demócrata) y Howard Baker (Republicano). Sujetos a vigilancia también se encontraban los líderes de las luchas por los derechos civiles Martin Luther King y Whitney Young, el boxeador Muhammad Ali, el periodista del New York Times Tom Wicker y el veterano columnista de humor del Washington Post Art Buchwald y la actriz Jane Fonda.

Según un recorte de prensa rescatado del diario The Vancouver Sun, el programa recibió colaboración de la agencia de inteligencia británica.

James Bamford ha sido uno de los más perseverantes investigadores de los abusos de la NSA. En su libro The Shadow Factory, deja al descubierto cómo la agencia ha logrado reclasificar documentos que demuestran decenas de actividades cuestionables de la NSA contra ciudadanos estadounidenses desde 1975.

Promis

A finales de la década de los 70, para la gestión de casos penales del Departamento de Justicia, el ex agente de la NSA y desarrollador Bill Hamilton creó el software Promis, cuya aplicación para el sistema de justicia penal estadounidense es conocida como Inslaw.

Esta base de datos podía ser ampliamente compartida y permitía hacer seguimiento a los casos penales y criminales del país. No se trataba de un proyecto secreto. Por el contrario, la administración Reagan se mostraba muy entusiasmada con este programa y le presumía con frecuencia.

Sin embargo, durante 12 años, la empresa que desarrolló Inslaw, acusó al Departamento de Justicia de conspirar para robar su software y emplearlo para operaciones encubiertas de inteligencia de la NSA y la CIA contra gobiernos extranjeros y ciudadanos estadounidenses.

El creador de la base de datos, Hamilton, declara haber sido informado extraoficialmente que

“El uso de PROMIS por parte de la NSA había sido tan nocivo que el dinero sólo no puede curar el problema».

Estas acusaciones finalmente fueron rechazadas por el abogado especial y el Tribunal de Reclamaciones Federales.

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En 1978, bajo el amparo de la misma Ley de Vigilancia Extranjera que alió a demócratas y republicanos bajo el cierre de gobierno, se creó el programa de vigilancia de comunicaciones conocido como Blarney. Su alcance se amplió después de la serie de atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001.

De este programa nos enteramos 35 años después de su creación, gracias a los documentos presentados por Edward Snowden y funciona junto a otros tres proyectos de “colección upstream” o “ascendente”, lo que significa que los datos se obtienen directamente de los cables de fibra óptica y la infraestructura de comunicaciones de alto nivel. Los proyectos son denominados: Oakstar, Fairview y Stormbrew.

Según The Washington Post:

“La Agencia de Seguridad Nacional paga cientos de millones de dólares al año a compañías estadounidenses por el acceso clandestino a sus redes de comunicaciones, filtrando grandes flujos de tráfico para objetivos extranjeros en un proceso que también arrastra grandes volúmenes de llamadas telefónicas, correos electrónicos y mensajes instantáneos.”

De esta manera, la recolección de inteligencia se convierte en un negocio para las empresas proveedoras de servicios de telefonía e internet.

La recopilación de BLARNEY bajo la autoridad de Ley de vigilancia extranjera es la principal contribuyente al resumen diario de inteligencia que se presenta al presidente. Se estima que producen unos 11 mil informes anuales.

Con razón el día 19 de enero, el Presidente de los Estados Unidos festejaba en su cuenta Twitter la ampliación de estos poderes de espionaje hasta el 2023.

Esta historia continuará.

 

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